martes, 25 de julio de 2017

¿Mediterráneamente?

Es tiempo de verano.

He de reconocer, que no tengo muchas manías. Soy tan sumamente narcisista, que lo más parecido a manías que tengo, las considero tradiciones. Sí, costumbres y de las buenas (y que nadie me diga lo contrario...). Porque al final, si compruebas que alguna costumbre o tradición te beneficia, es de idiotas no hacerla y no tienes ni por qué justificarla.

Es aquí, cuando el fumador salta diciendo, oye pues tienes razón. Y, también es aquí cuando yo le explico al fumador que su salud no dirá lo mismo. La justificación será, entonces, que "me hace sentir bien!", "me tranquiliza". Ahí, sería entonces cuando volvería al argumento de la salud. El sujeto, añadiría que vivimos cuatro días y acabaría la frase con un "bah". Y la conversación se convertirá en un bucle infinito e innecesario. 

Añado que el diálogo está basado en hechos reales. Quién no ha tenido esta maldita conversación alguna vez? En todo caso, vive y deja vivir. 

Vale, pausa. ¿Que quiero decir con el rollazo del párrafo anterior? Que hay costumbres que aunque parece que te beneficien o te refuercen, no lo hacen. La de antes es un ejemplo de ello. Yo, hago referencia a aquellas que sí. 

Yo, tengo una costumbre curiosa en verano. Los estudiantes comprenderéis que el verano empieza cuando acabas el último examen (o recuperación, dependiendo del nivel de cabronez que el profesor haya tenido o de que no hayas pegado palo al agua en casi todo el curso, que nos conocemos). Son tantos años de estudio, que ya no sabes si tu verano puede empezar en junio, julio, o incluso en el mismísimo agosto. 

Esta incerteza, con el paso de los años, se me ha hecho imposible de soportar. He recurrido a drogas, alcohol y a Pokemon Go para sostener mi alma, pero me resulta complicado. Por ese motivo, mi verano empieza en una fecha curiosa: el día que veo el cortometraje publicitario de Estrella Damm.

Sí, os puedo ver en casa diciendo: este está pirado. No vais mal encaminados. Pero para mí, es significativo ese anuncio. Mi verano, y todo lo que conlleva para mí (mente libre, disfrute, liberación del estudio o trabajo, cambio de chip) empieza a partir del día que veo ese maldito anuncio, que podremos criticar o no, pero nos ha marcado muchos y muchos veranos. Y, a mí, me sirve como pistoletazo de salida.

No voy a comentar el anuncio. Esas playas perfectas, esas canciones jodidamente pegadizas, ese rollo de caleo máximo, comidas en mitad de casetas perdidas por alguna isla paradisíaca, ese encontrar al amor verdadero... todo creíble, verdad? Hasta el momento en el que te paras a pensar que esas personas no han parado de meterse cerveza todo el día y aún así los ves siempre tan bien plantados. El verano, para mí, no es nada de eso.

El verano, puede serlo todo. Vive, independientemente de que tengas una semana o dos meses de vacaciones. Porque mi verano, a veces, es acariciar a mi perro en el jardín; ser consciente de que tengo más tiempo para hacer deporte y aprovecharlo, disfrutar de las cosas que haces en el día a día de verdad. Porque mi verano, es tener el empuje suficiente para lanzarse a la aventura. Un paseo por la Albufera de Valencia, una carrera popular en medio de los arrozales del Palmar... simple, verdad?

La vida está para vivirla, y el verano existe para que te motives a hacer lo que realmente te apetezca hacer. Algunos tendrán mas tiempo, otros menos. Pero el verano está dentro de ti; solo tienes que sacarlo, y lanzarte a vivir todo lo que puedas, con la consciencia de que la vida tiene cosas realmente bonitas.

Y esta, es una de mis manías. Obligarte a cambiar el chip, para desconectar de todo lo que te ha rodeado y preocupado durante tanto tiempo. Y el anuncio, es mi excusa. 

¡Búscate la tuya, y haz tu verano!


Lagarto Amarillo - Mi Mundo Ideal

                                                                                   Fuente: YouTube